viernes, 2 de noviembre de 2007

¿Enterrarte o incinerarte?

Noticia muy curiosa, que contiene elementos positivos, a pesar de que la muerte continue siendo un tema tabú en nuestra cultura. No es la primera vez que aparece en los medios de comunicación

He aquí el dilema de mucha gente. Pero, ¿y si pudieras hacer las dos cosas a la vez? Esto parece ser el nuevo proyecto, una gran idea. Se trata de una especie de vaso relleno con tierra y con semillas de un tipo de árbol. Dentro, metes las cenizas de algún familiar al que quisieses mucho, una vez incinerado y plantas el vaso, como si fuera una planta. Las semillas se convertirán en un gran árbol que se habrá nutrido con las cenizas del ser querido. Entonces, en cierto modo, se podrá decir que dicha persona siempre permanecerá “viva”.

Esta noticia me recuerda algo importante: “para el inconsciente la muerte no existe”
La persona que fallece debe de materializarse en una tumba, un árbol, un arquetipo, una obra de arte… De hecho, la noticia plantea que el cadáver no quede encerrado en un espacio, sino que se convierta en algo vivo como un árbol. La noticia también deja a elección el tipo de árbol en el que “queremos convertirnos”
Hay más opciones…Si se está en un nivel de consciencia evolucionado: las cenizas del fallecido se pueden dispersar en un paisaje.
En un nivel de consciencia cósmica: las cenizas se pueden atar con un hilo a un globo (untado con miel) y hacer que vuele hacia el cosmos…

1 comentario:

Estrella dijo...

Hace unos días hablábamos de que uno tiene derecho a decidir el momento de su muerte. Hoy, día de los difuntos, podríamos plantearnos el derecho que tenemos de decidir que deben hacer con nuestros restos. Estoy de acuerdo con el autor del blog, la muerte es un tema tabú en nuestra cultura. Hay que tener un elevado nivel de consciencia para hablar de la muerte como lo hizo Alejandro Jodorowsky tras la muerte de su maestro Ejo Takata (de “El maestro y las magas” ed. Siruela, 2005):

Duele mucho, pero la vida continúa. Cuando a un árbol se le corta una rama, nunca más vuelve a crecer, la herida se queda en el tronco para siempre. El árbol la cubre con una capa de células y echa nuevos brotes. La herida, bajo la corteza, se convierte en un hueco donde crecen hongos que, al caer, alimentan la tierra de la que se nutre ese árbol.

Cuando un discípulo de Ejo le pidió a Alejandro dinero para construir un relicario budista (estupa) en donde enterrar sus cenizas, él le contestó con un poema, en lugar del dinero solicitado:

Un kilo de cenizas, mil kilos de cenizas,¿qué diferencia?
Las cenizas del Maestro son mis cenizas.
Si a mis restos
se los lleva el viento los restos del Maestro se disuelven conmigo.
La estupa no mitiga
el estupor de la muerte que se vive sin Maestro.
Que su tumba
no sea la tumba
de quienes no osan atravesar solos
la disolución de su consciencia.


Un saludo.