lunes, 3 de diciembre de 2007

La fiebre puede suavizar el autismo en niños, según un estudio

Una curiosa noticia de actualidad...

La fiebre puede desbloquear temporalmente el autismo en los niños, un hallazgo que podría arrojar luz sobre los orígenes del trastorno y tal vez dar pistas para su tratamiento, según dijo el lunes un grupo de investigadores.

Al parecer, la fiebre restablece las comunicaciones entre células cerebrales en zonas del cerebro autista, restableciendo la capacidad del niño para interactuar y socializar durante la fiebre, según el estudio.

"Los resultados de este estudio son importantes porque nos muestran que el cerebro autista es plástico, o capaz de alterar las conexiones actuales y formar otras nuevas en respuesta a diferentes experiencias o condiciones", dijo el doctor Andrew Zimmerman, un neurólogo pediátrico del Instituto Kennedy Krieger de Baltimore, que fue uno de los autores del estudio.
El estudio, publicado en la revista Pediatrics, se basó en 30 niños con autismo de entre 2 y 18 años, que fueron observados durante y después de una fiebre de al menos 38 grados centígrados.

Más del 80 por ciento de los que tuvieron fiebre mostraron algunas mejoras en su comportamiento, y un 30 por ciento tuvo mejoras drásticas, según los investigadores. El cambio afectaba a cosas como periodos de concentración más largos, más habla, mejor contacto visual y mejores relaciones con adultos y otros niños en general.

Según el equipo de Zimmerman, el efecto de la fiebre se había notado de forma anecdótica antes por parte de padres y médicos.
Lee Grossman, presidente y consejero delegado de la Sociedad de Autismo de América, dijo que lo había notado en su propio hijo, que ahora tiene 20 años.
Grossman resaltó en una entrevista que los autores del estudio habían dicho que se requería un mayor estudio sobre el efecto de la fiebre y sus implicaciones. "Es bueno que se hayan dado cuenta de esto y lo estén llevando más lejos", dijo.

Las personas con desórdenes autistas sufren de varios grados de interacciones sociales limitadas, falta de comunicación verbal y no verbal, y otras habilidades. No se sabe qué es lo que causa la enfermedad.

Según Zimmerman, aunque en la actualidad no existe un tratamiento médico definitivo, la terapia de lenguaje y expresión, comenzadas tan pronto como sea posible después del diagnóstico, "pueden ser significativamente importantes".
Zimmerman consideró la investigación sobre la fiebre, liderada por su colega Laura Curran, "una pista emocionante" que podría ayudar a encontrar el camino a un tratamiento que reconectara el cerebro autista. Se cree que los efectos de la fiebre, explicó, se producen sólo en niños, cuyos cerebros son más "plásticos" que los de los adultos.

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