Su creador asegura que costaría sólo 6.000 euros si se fabricase a gran escala
El Taxi Solar demuestra estos días en Bali que otro modo de transporte es posible, que se puede dejar de depender del petróleo y que es posible frenar con algo de voluntad el calentamiento global.
El profesor suizo Louis Palmer hizo esta semana una entrada triunfal en la sede de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tras un viaje de cinco meses que le ha llevado a recorrer 14.500 kilómetros en su Taxi Solar, un curioso vehículo de dos plazas propulsado únicamente por energía solar.
"La energía solar es el futuro. Si todas las tejas se cambiasen por paneles solares, desaparecerían las centrales de energía y dejaríamos de consumir petróleo. El sol es un recurso magnífico que estamos desperdiciando", sostiene Palmer.
El vehículo 'limpio' de Palmer ofrece, efectivamente, los servicios propios de un taxi y en su periplo por el mundo ha transportado a más de 400 personas, desde vagabundos hasta un príncipe árabe y un presidente de Gobierno, que han salido del curioso biplaza con el convencimiento de que puede uno viajar sin contaminar ni contribuir al calentamiento global.
En Indonesia, el peculiar taxista espera tener "clientes" de excepción, y ha invitado a todos los ministros de Medioambiente que llegarán el próximo miércoles a Bali a probar su ecológico vehículo.
El Taxi Solar, que arrastra un remolque con paneles solares y alcanza 90 kilómetros por hora sin utilizar ningún tipo de combustible fósil, ha tenido un coste de producción equiparable a la compra de dos Ferraris, pero su creador asegura que costaría sólo 6.000 euros si se fabricase a gran escala.
Señala este maestro suizo de 37 años: "Me preguntaba qué podía hacer una persona sencilla como yo para ayudar; para divulgar el mensaje, y entonces recordé mi sueño de la infancia y me empeñé en construir el Taxi Solar", explica.
La aventura de Palmer le ha llevado a recorrer Suiza, Alemania, Austria, Hungría, Serbia, Bulgaria, Turquía, Siria, Jordania, Arabia Saudí, la India y, ahora, Indonesia.
Pero su periplo no finaliza en Bali, ya que desde aquí seguirá hacia Australia, cruzará el Lejano Oriente, América del Norte y, luego, posiblemente América Latina, para acabar visitando el Norte de África y luego regresar a Lucerna, la ciudad suiza de donde partió el pasado 3 de julio.
Palmer no es un viajero solitario y acepta que se una a su viaje todo aquel que esté dispuesto a ayudar con algo a cambio, en tareas simples como traducir, hacer de guía, ofrecer un lugar donde dormir, hacer fotos o grabar vídeos para difundir su mensaje.
Un ejemplo puede valer mucho más que mil teorías...
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domingo, 9 de diciembre de 2007
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